Hidrátate de forma inteligente: el poder del agua en verano
El calor, la exposición al sol y la sudoración aumentan considerablemente nuestras necesidades de hidratación. Beber agua de forma regular es esencial para prevenir la deshidratación, los golpes de calor y el cansancio excesivo.
Evita las bebidas azucaradas, los refrescos industriales o el alcohol, ya que no hidratan correctamente y pueden tener un efecto contrario. Opta por agua fresca, infusiones frías sin azúcar, agua con frutas o zumos naturales diluidos.
Recuerda llevar siempre una botella contigo y beber incluso sin tener sed: mantener el equilibrio hídrico es clave para sentirse bien.
Opta por una alimentación ligera y digestiva
En verano, las comidas copiosas y pesadas pueden generar malestar digestivo, sensación de hinchazón o fatiga. Una buena alternativa es elegir preparaciones frescas, sencillas y equilibradas.
Ensaladas completas, gazpachos, cremas frías, pescados al horno, frutas como postre y snacks saludables como yogures o frutos secos son opciones ideales. Limita el consumo de fritos, embutidos y platos ultraprocesados, que aportan muchas calorías vacías y poca nutrición.
Una alimentación más ligera te permitirá mantenerte activo, evitar digestiones lentas y sentirte con más energía.
Aumenta el consumo de frutas y verduras de temporada
El verano es la época perfecta para incorporar frutas y verduras en abundancia. Son refrescantes, ricas en agua, vitaminas y antioxidantes, lo que las convierte en grandes aliadas frente al calor y los radicales libres.
Melón, sandía, cerezas, melocotones, tomates, pepino, calabacín, pimientos o lechuga son algunos de los alimentos que puedes incluir en tu día a día. Puedes prepararlos en ensaladas, brochetas, licuados o como tentempié.
Aprovecha sus colores, sabores y texturas para hacer de tu dieta veraniega una experiencia sabrosa y saludable.
Mantente activo también en los meses de calor
El verano no tiene por qué ser una pausa en tu rutina de actividad física. Adaptar el ejercicio al clima es fundamental: opta por caminar al atardecer, nadar, montar en bicicleta o practicar yoga al aire libre.
Lo importante es mantenerte en movimiento para cuidar tu forma física, liberar estrés y estimular tu metabolismo. Elige horarios frescos, ropa ligera, protección solar y lleva agua siempre contigo.
30 minutos al día son suficientes para mantener tu cuerpo activo y tu mente despejada.
Helados sí, pero mejor caseros y saludables
Es normal que los helados sean tentadores durante el verano, pero muchos están cargados de azúcares, grasas saturadas y calorías. Una alternativa deliciosa y más ligera es preparar helados caseros con frutas congeladas, yogur natural o bebidas vegetales.
Otra opción refrescante son los polos de frutas naturales, sin azúcares añadidos, que puedes preparar fácilmente en casa. El plátano, el mango, las fresas o el kiwi funcionan muy bien como base.
Disfrutar del sabor dulce sin comprometer tu salud es posible. Solo necesitas un poco de creatividad y productos frescos.
Conclusión: verano saludable sin renunciar al placer
El verano es para disfrutar, descansar y desconectar, pero también puede ser una oportunidad para reforzar hábitos positivos. Hidratarte bien, comer fresco y equilibrado, moverte con regularidad y hacer elecciones conscientes te permitirá sentirte mejor durante toda la temporada.
Recuerda: cuidar tu salud no está reñido con pasarlo bien. Con pequeños cambios diarios, puedes aprovechar lo mejor del verano sin renunciar al bienestar.